miércoles, 21 de noviembre de 2012

Me llaman el mejor amigo del hombre



PUES muchos me llaman así. Espero que mi familia piense igual. Adopté a esta familia cuando yo era un cachorro de solo seis semanas de nacido. Y ahora la familia misma ha admitido que no sabría qué hacer sin mí... estoy completamente de acuerdo con esta opinión.
¿Y por qué no? Nosotros los perros somos leales hasta el fin a la familia que nos adopte. El hombre no puede decir eso. Nunca llegamos borrachos a casa, ni nos enojamos ni guardamos rencor, y aunque ustedes tal vez nos peguen (algo que jamás deberían hacer), una palmadita en la cabeza hace que nuestra cola se menee, para hacerles saber que todo está bien entre nosotros. Por lo general somos los primeros en recibirle cuando usted llega a casa. Si usted vive en una calle bulliciosa, podemos distinguir el sonido de su automóvil entre todos los demás que pasan. Mi familia adoptiva no puede comprender esto, pero me es fácil hacerlo. Tampoco pueden entender la habilidad que tengo de poder distinguir el olor de ellos entre todas las demás personas que tal vez estén pasando.
Sin embargo, en mi vida no todo es puro placer. Una cosa que me desconcierta es que me castiguen. Por ejemplo, si accidentalmente la puerta de la casa se deja abierta y yo salgo afuera, cuando se descubre que he salido, con enojo me llaman para que regrese. Entonces cuando regreso, ¡me castigan! ¿Por qué me castigan por haber regresado? En una ocasión me subí a la mesa y me comí un paquete entero de jamón para hacer emparedados. Para no decir más, mi familia se enfadó conmigo. “¡Sabes muy bien que eso no se hace!”, me dijeron en forma de regaño. No, yo no lo sabía, pero ahora sí lo sé. Ahora comprendo que la mesa está fuera de mis límites. Pero si me hubieran regañado una hora después, yo no habría sabido por qué lo hacían.
En mi hogar no hago distinción de edades. Extiendo mi devoción y lealtad a todos los miembros de la familia, sean jóvenes o ancianos, fuertes o débiles. Esto me hace valioso, según la opinión de cierto veterinario. Él dijo: “Los problemas más grandes a los que se enfrentan las personas de edad avanzada no son las enfermedades físicas, sino más bien la soledad y el rechazamiento que experimentan. Mediante proveer amor y compañerismo, los animales domésticos (incluso los perros) dan propósito y significado a las personas de edad avanzada en un tiempo en que frecuentemente se les aísla de la sociedad”. Un número reciente de la revista Better Homes and Gardens dijo: “Los animales favoritos contribuyen al tratamiento de personas que padecen de trastornos emocionales; animan a los que están enfermos físicamente, a los minusválidos y a los inválidos; y reaniman a los ancianos que se sienten solos”.
Nuestro compañerismo también puede ayudar a personas que están muy enfermas de cáncer a mantenerse activas por más tiempo, y a aumentar la esperanza de vida de las que padecen del corazón. Gracias a los efectos curativos de nuestro compañerismo, ciertamente estamos edificando una buena reputación en asilos de ancianos, hospitales, prisiones y escuelas. Hemos reducido casi a cero la proporción de suicidios entre los que están confinados en ciertas instituciones para criminales dementes. El que estemos allí les añade propósito a la vida... cuidar de un ser leal que vive entre ellos. Es un hecho comprobado que nuestra presencia como animales favoritos puede reducir la tensión arterial y los niveles de ansiedad entre niños y adultos.
Pero antes que usted salga a comprar un perro para curar todas sus enfermedades, quiero advertirle que nosotros no hacemos milagros. No conozco a ningún perro que se le haya llamado “Penicilina”... aunque la pronunciación de este nombre suena agradable, ¿no le parece? Pero si usted se siente solo y necesita que alguien lo anime, nosotros podemos ser el elemento vivificante que lo saque de la depresión.
Por último, ya que estoy haciendo alarde de nuestras virtudes, quiero recordarle los frecuentes actos de valentía de los perros... cómo abrimos a mordiscos las puertas para avisar a nuestro amo sobre algún incendio en la casa, cómo sacamos a los niños de los edificios incendiados, cómo corremos a casa en busca del padre de un niño que está perdido en el bosque, cómo nos metemos en un lago para salvar a un niño que está ahogándose. Esto es lo que se ve en muchas películas, pero para nosotros es la realidad de la vida. No hay perros cobardes en una habitación llena de humo. Queremos sacar del lugar a la persona y salvarle la vida.
Por supuesto, tal vez perdamos la vida en el intento. Pero nosotros los perros somos así.
Watchtower Library

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